Hay tormentas y tormentas.
El sábado, a primeras horas de la noche, descargaban las nubes enormes cantidades de agua y el cielo se llenaba de culebrillas, relámpagos a diestra y siniestra, que flanqueaban nuestro tránsito en coche por la autovía. El ruido de los truenos quedaba anulado por la marcha y las circunstancias. Las marcas de pintura se desdibujaban ante nuestra mirada...
Aún cuando el viaje resultaba especial, aguantar el tirón y llegar con bien de regreso a la ciudad eran el objetivo.
Ángela mira el reloj rojo y HAPPINESS de la pared: "El autobús ha pasado de mí. Iba lleno. Me ha dejado tirada." Es su comentario cuando me acerco y la saludo. Su cansancio es alba, porque las tormentas interiores también dejan marca.
Con las horas llegará un descubrimiento, cierta luz.
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