Nuevamente llega el martes de carnaval y este año con disfraz, un antifaz con estrella al que adunar una suerte de varita mágica emplumada.
Y la bruja, la niña buena, la intelectual con gabardina y gorrita de mayo del 68 con proclama realista para alcanzar los imposibles que se imaginan.
El toque coyuntural del pan con tomate cherry a modo de colgante sobre el pecho ha sido toda una preciosidad. El cambio radica llegaba a primera hora con la pintura facial, en negros y en grises, de una vanitas sorprendente que me hizo dudar. ¿Es o no es la persona que pienso? Sí, mi felicitación por su acierto y su alegría. Con una amiga y en poco tiempo se habían gestado la máscara y el desdoblamiento.
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