Desde la semana pasada me vienen llamando de un seguro todos los días laborables, por lo menos una o dos veces, ¡qué hartura!
Con anterioridad ya lo intentaron nuevamente y siguen a pesar de que les hablé de la circunstancia desfavorable para contratar alguno de sus productos.
Hace unas horas acaban de intentar el contacto telefónico otra vez y como había olvidado desconectar el sonido, empezaron a sonar los tonos convencionales como un surtidor irrefrenable. El ambiente de estudio se cortaba y tuve que pedir disculpas al grupo de estudiantes de segundo de bachillerato que llenaban el espacio - tiempo con su estudio, la gran sala que compartimos.
En fin, que aunque nos han interrumpido fuertemente, la desatención ha sido total. Es lo que hay. No hay más comentario pero sí el mejor de los deseos para los que ahora dan rienda suelta a su ejercicio personal y silencioso.
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