En el IES Miguel Delibes de Madrid, en a Calle Villaescusa, número 17, los miércoles por la tarde, de ocho a diez y media de la noche, ensaya un grupo de aficionados a la música coral desde hace un tiempo.
Hace unos años tuve la oportunidad de conocer su música en el salón de actos de la Residencia de Estudiantes de Madrid. Forman la agrupación coral mixta Vox Áurea, dirigida por Rodrigo Guerrero. El recuerdo que conservo de su audición de entonces es muy grato.
Entre otras razones, aquella experiencia estética delicada me ha llevado a participar en el XXII Seminario de Música Coral con Miguel Ángel García Cañamero, en la dirección, y que vienen organizando anualmente para dar acogida a más entusiastas del canto compartido.
Y así es como ayer me acercaba a las instalaciones del instituto y conocía su modo de trabajo, de cómo el estudio propio, el de cada uno de los coralistas, es la base en la que el director construye el mejor sonido que, entre todos, se hace.
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