Es posible la comunicación improvisada y significativa con personas desconocidas cuando, al menos, un vínculo observable y compartido sostiene el interés.
Desconectamos de la realidad personal que nos habita y nos proyectamos a otra manera de mirar lo que teníamos cerca.
Y el contexto se transformará en superficie temporal donde colocar las impresiones y sensaciones que se irán fijando de lo vivido: un intercambio real de información, de experiencias, de opiniones, de expectativas...
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