Del rojo y del amarillo en la llama, que es del fuego y transforma aquello que se consume y es proceso, donde la transferencia de calor y de luz se hacen presencia fugitiva, en expansión, formas de la energía que nos fascinan en sus movimientos imprevisibles, donde cabe la armonía y la belleza.
De la entrada fugaz de Cristian, de su mirada ampliada, de su conexión a la red, de su bienestar cuando toma la decisión radical, largamente construida. Es un paseo de adiós en la mañana fría, la estela de su torso en retirada.
Y a otra cosa. Que lo mejor aguarda.
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