Dice así el fragmento que selecciono, que tiene que ver con la gratitud, con una actitud amorosa, en el vivir de cada día, en libertad:
"Sin embargo, para mí lo más urgente no eran las conversaciones sobre la representación de mi obra ni los encuentros con amigos suizos y extranjeros. Quería, sobre todo, ver a Rolland, el hombre que yo sabía que podía hacerme más fuerte, más lúcido y más activo, y quería darle las gracias por todo lo que sus consejos y su amistad me habían dado durante los días más amargos de mi soledad espiritual. Mis primeros pasos debían conducirme hasta él, de modo que sin demora me dirigí a Ginebra."
LA LUCHA POR LA FRATERNIDAD ESPIRITUAL (Páginas 334 y 335)STEFAN ZWEIG.: El mundo de ayer (Memoria de un europeo). Acantilado, Barcelona 2008.
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