Música I de Olegario Martín Sánchez
Un acercamiento a la idea, a la realidad del volumen
Un día muy lejano en el tiempo y cercano en el corazón, tuve la suerte de mirar un bodegón con cierto enfado. Se daba la circunstancia de que se trataba de un examen de Dibujo. Sobre un pedestal, en el centro del salón, destacaban la jarra, sobre el paño, y las frutas. Equilibrio y gusto en la preparación de aquel adorno que no lo era.
Nada, incapaz de tomar aquellas formas con el lápiz. Es la primera vez que recuerdo haber levantado la mano con seguridad y confianza. Aquello que me pedían las profesoras no tenía que ver con lo que me había imaginado. Sí, copiar láminas era entretenido. Pero aquello, ¿qué tenían que ver las formas de los objetos con un dibujo en el folio?
Acababa de tomar, sin saberlo, la primera clase de Dibujo, en el examen de junio. De la sorpresa y de la vuelta a septiembre, todo uno. Porque seguiría sin descubrir la traducción del objeto tridimensional a las dos dimensiones. Y así durante muchos, muchos años.
Hoy, puedo valorar la experiencia y conservo el recuerdo de todo aquello, puedo hablar con alegría de la escultura como disciplina y ejercicio, como pasión, un verdadero lujo para los sentidos.
Admiro a los escultores como Olegario Martín, tan cerca de los cantos rodados de arenisca, cuando era niño, que hacía sus primeras piezas con diez años y once años. Una recreación de La última Piedad, de Miguel Ángel, por ejemplo. Sus maestros le mostraban láminas de esculturas en los libros de arte y él se encargaba de buscar las piedras, imaginaba las formas como el maestro y con sus manos, ayudado de herramientas simples, conformaba un volumen apreciado y fiel al modelo.
Eran los pequeños pasos de un escultor que seguiría adunando conocimientos durante sus estudios académicos. Las piezas que hace siguen siendo de piedra: granito, mármol, pizarra... Algunos de sus volúmenes resultan de la forja del hierro, otros de la fundición de metales, así las obras de bronce.
Otra circunstancia a primera hora, atmosférica y coyuntural, nos lleva de la mano a reflexionar sobre el volumen, los volúmenes de un bodegón memorioso, el conjunto escultórico de un creador de nuestro tiempo.
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