Puedo repetirme cuando digo que es menos costoso dar que tomar con alegría y aprovechamiento. La disponibilidad para recibir no siempre la tenemos activada según para qué cosas.
A veces, nos cuesta tomar la humanidad de los que tenemos tan cerca, sus carencias, sus dificultades para encarar la realidad, no siempre amable y previsible, tan insistente en su complejidad y variabilidad, en su potencia.
Por eso, cuando recibimos la grandeza de un padre y de una madre, su humanidad y su historia, su gran hondura para sostener a los hijos e hijas, que atienden y sostienen en la vida, imaginamos la gran tarea: llevar a nuestro corazón el todo de sus personas. Y seremos fieles a sus grandezas, y respetaremos sus limitaciones...
Entonces, y desde esta fortaleza, ocurre que miramos al futuro en la confianza de ver en los otros una estructura simétrica.
Ciertamente, en la aventura de la existencia.
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