lunes, 22 de septiembre de 2014

Los Secretos

El viernes tenía una cita con Los Secretos

Sabía de su actuación gratuita en el Parque Colón de Majadahonda y tenía cierto interés en asistir al concierto. Una oportunidad de saber algo más sobre su música y sus vidas, una experiencia en directo que es toda una historia mínima, relato finalmente que sería vida original compartida.

Hubo de todo esto... y más. 

Desde la inicial sorpresa, porque llovía y los agentes de movilidad parecían estar más pendientes de la caída del agua y de la posible suspensión del espectáculo, como sucediera la noche anterior con los A. y L., a la total confianza que liberaban nuestros corazones y nuestras gargantas. Porque hubo música de la buena y canciones donde el auditorio, el público, que también desplegaba su voz y su poética. Una sencilla y verdadera Fiesta de casi dos horas ininterrumpidas, dulces, cálidas, únicas.

Familias con paraguas, cabezas cubiertas y pegadas al escenario desde las diez menos diez, cuando el meteoro líquido caía ligero sobre las pirámides de lona, que brillaban en la escena solitaria. Aguantamos así cerca de media hora, porque iba despejándose la atmósfera y empezaron a limpiar la plataforma, a liberar los instrumentos, a secar el material eléctrico que requería el evento. Aplausos de los incondicionales próximos y el flujo de la gente que seguía llegando cual afluentes personificados por el este, desde el sur amplio, en el oeste del parque: días de estreno tras la apertura de la zona, en obras, durante el verano reciente.

Pizzas para tomar, con refresco, de una pareja; el carrito con bebé del señor de la cazadora azul cielo; las amigas que pasaban sonriendo y algún que otro solitario y esquinero... Así comenzaba el concierto. Y lo mejor... Sí, porque el grupo, dispuestos los músicos para la tarea, haciendo un círculo apretado con sus cuerpos en abrazo cerrado, subieron esperanzados a la noche de estrellas en lo alto, a la magia de su quehacer poderoso, grande y frecuentado, valioso: música en directo.

Majadahonda estuvo a su lado y ellos entre nosotros. Desde la niña que estaba con su padre, ¡Cómo bailaron! animando el evento; con el niño soñando y balanceado, en los brazos sostenido, un tema tras otro; a la hija querida que escucha las cuatro cuerdas del bajo, destacada finalmente del conjunto... 

Unos y otras vibrando, amorosos, conscientes, tranquilos, disfrutando. 


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