El cambio de hora que tuvo lugar el sábado pasado. Cierta inseguridad y desconcierto en el último día del mes de marzo. Que este año tocaba el 29, en domingo, y los peores momentos. Sí, porque tras la salida misteriosa de agua en la cocina, que terminó cediendo, los apagones de la luz intermitentes. Parece ser que la causa está en el calentador eléctrico.
Digo todo esto porque al cambio de hora en su momento, en la noche del sábado al domingo pasado, se sumaron las dudas y la inseguridad que provoca cualquier contratiempo.
En fin, llegará el primor, llegarán los aromas, la blandura y el bienestar de la estación más dulce, templada y pródiga.
Una hora de menos, una hora silenciosa, fantasma... Hasta su vuelta. Sigue la vida y sus mejoras. El ratón que funciona, el reloj que marcará la pilastra de otra manera, donde las REVISTAS, cuando se pueda.
Y... de las ausencias.
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