Sigue la sirena aullando a las 8:48 horas a.m. Un desmayo y un auxilio. De la mañana complicada por el fuerte viento, la madera de los árboles oscilando y cayendo, las farolas en el suelo.
Y las galernas en la costa norte, las rachas de aire en la montaña que cortan el aliento. Y así muy cerca, en Peñalara. Temor y dolor, esfuerzo.
Estamos más o menos protegidos ante el largo y poderoso monólogo atmosférico.
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