Tener a las visitas en casa, acompañar a la familia en la suya...
Ahora, cuando se produce la circunstancia de compartir el tiempo cotidiano, miro esos días como festivos, por su distancia en el tiempo.
Y otra nota característica, se envuelven de tanta relevancia que los prolegómenos me causan extrañeza.
He perdido la naturalidad con la que acogía a las visitas, que llegaban a dormir algunos días y todo. Sí, reconozco que aquella fue otra época en mi vida.
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