Hay que juntarse en algún momento cuando se acercan las vacaciones que nos alcanzan, por fin, qué teníamos ganas.
Y el descanso posterior tras las charlas que se desbocan y nos acercan... Es el día a día que vemos desplegado en comidas y cenas de empresa, colegas más colegas durante unas horas.
Luego, en la asimilación de las nuevas confidencias, tomar unas cosas y dejar otras atrás, que no terminamos de saber lo que nos llega en un momento de nuestras vidas, y ocurre que sí, que a veces sucede algo y nos pasa tan cerca, aún cuando apenas nos roce, que termina siendo determinante en nuestras vidas.
Ayer, cuando volvía de una de estas citas compartidas y alegres, encontré en el buzón de mi casa la felicitación navideña de artista Cristina Gayarre, un círculo de ramas en el bosque rojo de la vida. Una emoción íntima llena de gratitud y belleza gana protagonismo en estos días de fiesta.
Realidades pequeñas como la que se describe son los verdaderos eslabones de luz y gracia que nos acompañan en la tarea cotidiana y mágica de nuestro día a día, tan sorprendente y esforzada, tan exitosa y acompañada.
Gracias, muchas gracias, preciosa Cristina, mil gracias.
¡FELIZ NAVIDAD!
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