lunes, 30 de octubre de 2017

Lucha

Acaba de ocurrirme y voy a intentar un relato en directo.
Nada más ver a esta persona he sentido dispararse la adrenalina que pudiera descargar un organismo complejo, vertebrado y mamífero para más señas, sí, humano. Decía que he percibido la sensación de alarma y he logrado identificarla. Empecé a sentir inquietud y malestar, enfado. 

Ha ocurrido y todavía siento el esófago como lugar destacado en el cuerpo. Puedo hacer el gesto de tragar porque necesito pasar esta tensión fuerte que ha irrumpido de pronto. No estaba previsto, ha sido la reacción ante un acontecimiento sorpresa, inesperado. La presencia de un ser ha despertado todo esto. Intento racionalizar el tema, porque verdaderamente, realmente no hay ataque. Simplemente la presencia de un ser que ha intentado molestarme de algún modo, con sus estrategias de enfado y negatividad, en su incapacidad para aceptar el orden preestablecido. 

Ciertamente pasó recientemente, no más de dos semanas del hecho. Sí, y queda ahí la forma de continuar la convivencia en el mismo espacio. De momento, he calmado la inquietud, mucho. La persona que me tiene delante sigue en su postura de reto, diría yo. Ahora bien, el silencio y la distancia son prudentes... Me toca ahora seguir el trabajo en este camino, el más adecuado para expresar la autoridad evitando el roce, la proximidad... Mejor que sea el acercamiento del que intentó el choque. Sí, así es. Cuando la indiferencia no es tal sino la variante al silencio y al poner cierta distancia. Porque hubo ciertamente apoyo. Lo que ahora existe pero con otra realidad, otro presente inmediato. 

La lucha en verdad no existe porque no está en mí ahora, ni lo estuvo en ningún momento. Es la convivencia de cada momento la que irá despejando dudas al respecto. Se trata de esto. Sí, del quehacer que venimos ejercitando con las normas propias y sencillas que aceptamos.

He tomado el primer sorbo de té en esta mañana de octubre que ya nos está dejando. Un azul de cielo y unas temperaturas que parecieran estar bajando. Esperamos la lluvia para sentir que el otoño ha llegado, lo que necesitamos, rojos y amarillos limpios del polvo y de la paja que se han venido adunando a lo largo de este inmenso territorio de verano que hemos ido atravesando...

De los momentos para darnos cuenta de las cosas, tan maravillosos. Porque el cambio ante lo que nos hace daño es imprescindible. Hay que modificar comportamientos, inevitable. Se trata de esto. Y el atender lo que nos ocurre, a quieres somos, es una responsabilidad ineludible cuando somos adultos.

Un verdadero nudo en el estómago que se irá soltando. Algún regüeldo, quizás un suspiro, el curro cotidiano que es más, mucho más que un susto imprevisto. Se va normalizando el sistema vital, el cuerpo todo. Otro sorbo de té, otro intento por volver a la estabilidad y al contento.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas Gracias