Uno de los posicionamientos para mejorar la convivencia en los grupos pasa por la confianza en todos y en cada uno de los individuos, asumiendo sus fortalezas y debilidades, sus momentos de euforia y sus equivocaciones. Así es como han llegado a las sociedades modernas los más destacados logros, sabiendo aprovechar oportunidades, encarando las amenazas.
Cuando la enfermedad no llega a debilitarnos en extremo, cuando el enfado particular ha sido definitivamente asumido, sorteado, transformado en otra cosa, puede llegar el amor que agranda en clave de gran resultado y avance significativo y necesario; un lugar común para cualquier colectivo.
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