viernes, 14 de octubre de 2016

Posado

Sin darnos cuenta hemos ido adoptando una postura hacia las manos operativas que llama la atención cuando la observamos en los otros.

Ocurre cuando alguien va sentado y manipula su teléfono, su tableta, algo electrónico que requiere de su interacción fina con los dedos. Es un recogimiento casi religioso, de aceptación y contemplación milagrosa, porque en cuanto dejamos la actividad, vuelve la puesta en escena del control ambiental y de la defensa personal, liberadora.

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