En la terraza majariega y a las 11:11 horas AM pasa una pluma y corre La Luna que mengua. El firmamento nos presenta su perfil raso, coloreado de azul, deslumbrado de afanes cotidianos, tan necesarios.
La ropa de la cama se está lavando, un colchón espera su proceso de secado al Sol de agosto, tan soñado. Menú de lentejas, filete de pollo y ensalada con tomate, lechuga, aguacate, en su punto de sal y con aceite de oliva, el mejor y más suave.
Aloe vera, cintas rizadas, bulbos Amarilis recién regados, la celebrada orquídea, la plumosa esparraguera heredada, el amigable bambú de la suerte, tan familiar y pródigo, la aspidistra elatior (pilistra) materna, el cactus que se regenera... y alguna más que aduna segmentos en delicados rojos que se multiplican, la que completa espacios en abanico con sus redondeadas hojas charoladas, en burdeos y verdes, sobre tronco piloso y chato, corto y flexible pilar que aguanta y cae en meandro y contrapunto. Delicadas bellezas que están en el aquí y en el ahora, que nos alientan.
Momentos de una vida que se experimentan, que tal vez se comparten, y pasan...
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