En estos días de sorpresas ensartadas y desilusiones compartidas, pensamos en España y hablamos de sus cosas, por ejemplo, de su lengua mayoritaria y amorosa, el español, que tanto gusto nos depara, al que hacemos pocas loas para lo mucho que nos aporta como herramienta de comunicación y expresión diaria.
Pienso en la selección española en el Mundial de fútbol que se celebra en Rusia este año. Allá van muchas miradas desde hace unos días, sí, y aumentará la circunstancia, y se llenarán los medios audiovisuales de referencias a la actividad deportiva y masiva por antonomasia ahora, en estas fechas que ya se alargan en demasía, por lo que a mí respecta.
Ya la extrañeza, en los primeros dosmiles, al enterarme de que el estadio del equipo blanco, el Bernabeu, era un referente turístico para alemanas jóvenes que se llegaban a Madrid para estudiar español, conocer la capital y a la ciudadanía en su conjunto. ¡Hola, querida Yvonne!
Una sorpresa inesperada que me costaba admitir como realidad. No me podía imaginar que se pagara dinero por visitar un estadio, sin que hubiera partido de por medio, que se tenía que hacer la compra de la entrada con antelación y que es uno de los espacios más visitados de la ciudad, tan solo superado por el Museo del Prado.
Una sorpresa inesperada que me costaba admitir como realidad. No me podía imaginar que se pagara dinero por visitar un estadio, sin que hubiera partido de por medio, que se tenía que hacer la compra de la entrada con antelación y que es uno de los espacios más visitados de la ciudad, tan solo superado por el Museo del Prado.
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