Es la confianza en los mayores, nuestra fortaleza. Saber que están ahí, que nos sostienen y animan, de los que podemos tomar.
Así venimos ejercitando el amor a nuestro padre y a nuestra madre, en el día a día desde que nacimos. Tenerles hasta edad avanzada es un verdadero privilegio, otro don, la mayor de las bondades que siguen reververando hasta el final, cuando el adiós nos llega.
Sosteniendo la esperanza infinita.
Sosteniendo la esperanza infinita.
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