El cine que se puede ver en televisión es muy variopinto. A mí me gusta, quizá no tanto como a otras personas para las que la rutina de la ficción dramática, tras la cena, es casi estructural porque les ayuda a organizar su vida diaria.
En mi caso, suelo tomar como referente algún programa de cine en el que la crítica previa ofrece la oportunidad de elegir, con cierto criterio, si me interesa o no pasar una hora atenta a la pantalla y a una historia. Me da igual que sean películas antiguas o de cierta actualidad. La sorpresa es uno de los ingredientes que suelo valorar y sigo sus propuestas.
Así fue como el pasado lunes, 9 de febrero, tuve la suerte de ver "Profesor Lazhar", en torno a las diez de la noche, en la 2. Terminaba antes de las doce, otra novedad que se agradece. Y sí, vimos una obra impresionante, al menos para los docentes contemporáneos, en esta época de cambio frenético que nos ha tocado en suerte.
Se trata de estar con los más jóvenes, en las duras y en las maduras, siempre.
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