Una capa helada de agua en la terraza, la sorpresa en la mañana aún cuando ya nos fueran advirtiendo de la circunstancia las informaciones meteorológicas. Sorprende ver la fina capa de hielo en el cubo de agua que tenía en la terraza.
El año pasado apenas tuvimos días con estas bajas temperaturas, y el azul brillante nos cautiva, un día más, ligero y frío, penetrante. La montaña cubierta de nieve. Podría aparecer despejada de nubes a lo largo del día, un paisaje entrañable para mí desde que subía, en el mes de febrero, a la metrópolis desde Moguer, en Huelva, donde la costa resuelve en calidez y el Atlántico marca su propia singularidad marinera durante generaciones.
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