Es difícil llegar a entender que la luz no es nuestra, que proyectamos uno y mil reflejos de los nuestros, a quienes miramos un día y otro, tanto.
Pudiera ser que reflejamos desviados más o menos desde nuestro centro. Sí, y pudiéramos absorber lo suficiente, quedarnos cortos. Se despliegan oportunidades múltiples de una y otra circunstancia.
De los acontecimientos que percibimos a lo largo de la jornada, en los que somos protagonistas, del reparto, de los que miran y pasan.
En el despertar a la saturada niebla, una salida a Patones. Eran las nueve de la mañana.
Ocurre que la memoria conecta otra época, otro sábado de otoño para conocer la zona, y la cueva. Carburos, botas de agua y mono impermeable para el recorrido por la oscuridad de la caverna. Un guía valiente y un grupo de 15 personas. Allí dentro, un encuentro en la sala principal, cinco jóvenes excursionistas de Inglaterra.
Creo que las verjas estaban abiertas.
http://www.cervantesvirtual.com/obra/cueva-del-reguerillo-en-termino-de-patones-madrid/
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