El domingo pasado estuvimos en Toledo paseando bajo la lluvia porque las gestiones nos llevaron a la calle y a entrar en los establecimientos, a contemplar sus espacios monumentales.
De la Catedral a la Iglesia de Santo Tomé, por ejemplo, pasando por la plaza de Zocodover, el puente de San Martín y aledaños.
Restaurante y hotel, tiendas de mazapanes y cerámicas deliciosas, cafés acogedores... Un hervidero de turistas y sus guías entre sus callejones, a la espera de una entrada última para visitar El Expolio de El Greco, su roja capa de brillante encendido, más allá de los años.
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