El sabor del trocito de gofre que acabo de tomar con un té. Y su dulzor, su crujiente textura todavía, porque lo compraba ayer por la tarde noche cuando me acerqué al puesto para recoger el envase prometido y gigante de una de las cremas de cacao más energéticas y exitosas.
El puesto de dulces encaraba el paseo, su posición era la más adelantada en la muestra gourmet que se celebra desde hace unos años en la Gran Vía de Majadahonda. Dos hermanos y un socio en la gestión -por lo que pude saber- a cual más servicial y atento. Toda una experiencia de feria que voy a relatar en tres días y seguirá la anécdota.
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