Sucede, ocurre que llegamos a cansarnos de sostener la grandeza que tenemos entre las manos. Entonces, podemos dejar caer lo que más atesoramos como grupo humano, aún sin tomar conciencia de ello en el momento, cuando está sucediendo o gestándose el roto, la caída, el destrozo.
Ocurre que, cuando ya hemos tomado la distancia suficiente y enfocamos correctamente, aparece ante nosotros un panorama desolado. Y es cuando quisiéramos volver atrás y modificar la decisión que tomamos con premura, hasta con angustia quizá, evitando conversaciones, algo decepcionante.
Es el día a día de la vida laboral en la edad adulta, tomando decisiones que afectan, y mucho, a los otros.
Siempre en la confianza de hacer mejor lo que toca, siempre adunando, en la intención.