Del consumo abundante de la información un día y otro en 24 horas, por ejemplo, un canal público de televisión, un servicio a los ciudadanos. Y las raciones de su contenido se acomodan al gusto del menú cotidiano que finalmente hacemos con la herramienta de televisión que tomamos para nuestro servicio y acomodo con bastante frecuencia y gusto.
Horas de televisión matutina, vespertina y nocturna... que tenemos a todas horas programas para los distintos momentos según el ritmo de vida, teniendo en cuenta las preferencias y rutinas que vamos adunando: menú televisivo y personalizado, una gestión propia que hemos incorporado en el vivir cotidiano.
Se puede experimentar con la tele en el armario, sí, es posible hacerlo, también puedo decir que resulta bastante excepcional y minoritario.
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